La Rueda de la Fortuna en el tarot es el primer Arcano Mayor que no enseña ninguna figura humana. Es el naipe número X en el Tarot de Marsella y el que cierra la primera serie decimal de los Arcanos Mayores, lo que nos indica el final de un ciclo y el inicio de uno nuevo.
Si el Triunfo anterior, El Ermitaño en el tarot, hacía referencia a la meditación, a la contemplación y, en cierta medida, a la lentitud, La Rueda de la Fortuna expone todo lo opuesto: esta carta describe cambio, velocidad, decisiones apresuradas, suerte (o infortunio) e imprevistos.
Este Arcano proviene, originariamente, de la diosa de la mitología romana conocida como Fortuna: la diosa de la buena y de la mala suerte, representada muchas veces con los ojos vendados y la responsable de los sucesos impredecibles que le acontecían al ser humano. Ella no solamente es la antagonista de la inmutabilidad del destino, sino también la responsable de la rueda encargada de la reencarnación, de los nacimientos y de las sucesivas muertes.
Debido a ello, no tenemos por qué extraer malas connotaciones de esta carta, pues, en última instancia, es un Arcano que nos murmura acerca de las opciones que tenemos en nuestra vida y de aquellos caminos que podemos tomar.
Y es que, con cada movimiento y giro de la rueda, tenemos una ventana hacia nuevas perspectivas, si bien muchas veces estas lleguen de manera imprevista, sin aviso, resultando, en muchos casos, negativas.
En astrología se suele asociar a La Rueda de la Fortuna con el quinto planeta del sistema solar: Júpiter.